La comida es lo más delicioso de este planeta, degustar un buen plato, probar un buen postre o disfrutar el platillo favorito de las abuelas, son de las mejores cosas que se puede pedir a este mundo, pero muchas veces no se tiene el tiempo para esos momentos y caemos en el mal hábito de comer de manera acelerada.
No todas las personas se toman el tiempo de saborear cada bocado como debería ser, algunos individuos lo hacen de manera rápida sin importar las consecuencias que esta puede traer, como por ejemplo, tienden a sufrir de obesidad, presión alta y niveles elevados de colesterol, además quienes comen de esa manera no dan a su cerebro el tiempo suficiente para registrar que están satisfechos, y por ello tienden a ingerir alimentos en forma exagerada.
Entre otras enfermedades nos encontramos indigestión, gases, digestiones lentas o pesadas, así como ardor o malestar estomacal. Sin embargo, si nos centramos en las más graves a largo plazo, los efectos en tu cuerpo y tu salud pueden ser fatales: sobrepeso, enfermedades del corazón, diabetes y cáncer, entre otras.
Según la American Heart Association, las personas que comen más despacio tienen menos probabilidades de ser obesas, de padecer cardiopatías, diabetes o accidentes cerebrovasculares. Esta afirmación llegó tras el estudio de la Universidad de Hiroshima (Japón) que concluyó que “comer más lentamente puede ser un cambio de hábito crucial a la hora de evitar el síndrome metabólico”.
El consejo que dan los especialistas de la materia es comer en un ambiente tranquilo, ingerir los alimentos sentado en una mesa, masticar con conciencia y más veces los alimentos para digerirlos mejor, no mirar el móvil mientras comes y, por supuesto y como dirían los científicos japoneses, disfrutar de cada bocado como si fuera el último.
