Muchas veces la vida nos pone a prueba para saber de qué estamos hechos, situaciones no muy agradables en nuestro día a día nos define como ser humano, momentos que evitaríamos pero afrontar las cosas es de valientes.
El mundo no se detiene por episodios pequeños, nos enseña que todo pasa y que nada es para siempre, que dejar de girar no ayuda en nada, al contrario, si nos detenemos en esos instante desagradable de nuestra vida, nos volvemos viciosos a esos malos ratos y vivencias. El mar nos ha enseñado que todo fluye, hasta las grandes tormentas, aunque luego nos cueste lagrimas recoger pedazos de nuestra alma.
El amanecer nos muestra que siempre existirá un mañana, ese mañana con poderes de cumplir metas y sueños que olvidamos por un instante. Las flores nos enseñan la belleza que se construye día tras día, que si comenzamos a sembrar bellos momentos el trabajo final estará rodeado de hermosura.
Las montañas nos dan la lección de vida, que aunque el camino este llego de obstáculo, que las situaciones no sean las mejores y que no siempre vamos por la misma dirección, el llegar a la cima es el instante más maravilloso que puede experimentar un ser humano, el saber que pudiste vencer cualquier barrera con determinación y mucha fe en ti mismo, hacen de tu ser un individuo pleno y equilibrado con su mente y cuerpo.
El decir “lo logre” una vez que estás arriba y ves desde ahí todo lo que pudiste superar te darás cuenta del poder y el dominio que tienes de tu cuerpo.