Crecemos bajo la protección de nuestros padres, en un lugar donde somos intocable para el mundo exterior. Los años pasan y nos sentimos en total plenitud el vivir bajo ese manto. La sensación de seguridad que crearon nuestros progenitores en nosotros están grande, que volar alto nos cuesta mucho.
Vivimos en un constante miedo a la vida, el lanzarnos a caminar solos nos aterra, pensamos que siempre nos sucederá algo malo y que necesitamos el apoyo de alguien para cuando nos fallen las piernas y nos caigamos.
El afán de nuestros padres por darnos todo y no dejar que nada malo nos suceda, trajo como resultado el vivir en una burbuja de cristal, nunca nos enseñaron como se vive afuera de ella.
Nos resulta un conflicto el ver más allá de nuestra zona de confort, el manejar la vida desde un punto de vista más real nos aterra, y es normal ya que nuestra mente nunca almaceno esa manera de ver la vida desde pequeños.
Nosotros tenemos la valentía de salir y atrevernos a nuevas cosas, que aunque jamás la hayamos visto o aprendido, tenemos la capacidad de adaptarnos a nuevos roles en la cultura, el quedarnos atrás, sentados y observando cómo pasa el tiempo no nos ayudará en nada. Salir del cascaron es la mejor manera para poder entender en el mundo que vivimos, un lugar lleno de cosas no tan buenas pero con cosas extraordinarias, y solo tu tienes la decisión de decir con que te quedas y que desechas.
El transitar por esos caminos no tan perfectos nos llena como seres humanos, las grandes enseñanzas y el valorar las cosas nos hace grandes personas.
Di “me atrevo a lo nuevo y ha lo no tan bueno”. De ese se trata este paso por la vida de apostar para ganar.
Eres dueño de tu destino
