6 consejos para liberar esa IRA que no aguantas

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Todos pasamos por momentos difíciles en nuestras vidas, esos instantes que muchas veces dejan huellas en nuestro camino, sin embargo el saber superarlos y aceptar lo sucedido no es nada fácil, ya que nuestra mente y emociones no juegan en el mismo bando.

El no expresar nuestro desacuerdo o rabia por alguna situación vivida, nos vuelve vulnerable a vivir una montaña rusa emocionalmente. El guardar tantos sentimientos sin poder expresarlos hace que reprimamos nuestras emociones causando a largo plazo una inevitable explosión de IRA, dejando graves resultado en nuestro entorno.

No hay necesidad de llegar a la IRA, existen diversos ejercicios para eliminar ese horrible sentimientos de nuestras vida, para ello hemos preparado los mejores 6 consejos para liberar la IRA.

Acepta la ira y reconócela:

En primer lugar, la ira debe ser reconocida y aceptada como una reacción normal. Sentir esta emoción no está mal; en su lugar, lo que sí se juzga es lo que cada uno hace con ella.

Sé consciente de tus pensamientos y de tus reacciones corporales:

Por otro lado, es importante identificar cómo se manifiesta esa emoción en cada uno. Una manera es hacerte las siguientes preguntas cuando estés enojado: ¿qué sientes? ¿Cómo se siente tu respiración? ¿Qué expresión tiene tu cara? ¿Sientes alguna tensión en el cuerpo? ¿En qué parte?

Además, es importante reconocer qué situaciones la despiertan, qué acciones sueles efectuar en dichas circunstancias y qué pensamientos vienen a tu mente. Identificar y ser consciente de estos aspectos es un paso importante, ya que permitirá el desarrollo de estrategias de que facilitarán el control de la ira (como técnicas de relajación o ejercicios de respiración).

Inspira y espira calmadamente:

Una forma de controlar las emociones es hacer lo propio con la respiración. La mayoría de los estados afectivos, como el miedo o la rabia, aceleran la respiración. Entonces, si empiezas a inhalar y exhalar lenta y profundamente, el cuerpo comenzará a relajarse y la intensidad del enojo irá disminuyendo.

Intenta comprender la situación y enfócate en solventar el problema:

Controlar o trasformar la ira no implica olvidar el problema o ignorar la injusticia. Éstas pueden resolverse mediante conductas asertivas que no implican alzar la voz, agredir o violentar al otro. De esta manera, los desacuerdos pueden manifestarse con calma y respeto, ya que el objetivo es ser escuchado.

Por lo tanto, es importante enfocarse en cómo solventar la situación sin recurrir a manifestaciones violentas. Intentar comprender las circunstancias y buscar una solución ayudará significativamente a liberar la ira y disminuir el malestar.

Evita descargar la ira golpeando objetos:

Muchos terapeutas solían aconsejar «prácticas de desahogo» para liberar la ira, como golpear una almohada, tirar una puerta, patear un objeto, etc. No obstante, este método sólo sirve para sentirse mejor temporalmente, ya que, cuando se manifiesta el enojo de esta manera, se incita un estado de agotamiento, en vez de liberar la ira.

En otras palabras, la ira sigue estando allí; la diferencia es que la persona se siente agotada como para permitirse sentir enojo. Eventualmente, la emoción surgirá nuevamente, bien sea al toparse con situaciones similares o al darse cuenta que golpear objetos no resolvió el problema de raíz.

Intenta cambiar ese estado emocional sonriendo:

El enojo también puede transformarse sonriendo. Este ejercicio lo puedes acompañar de las inspiraciones y espiraciones profundas; es decir, sonríe mientras espiras el aire.

Como es bien sabido, la ira activa componentes fisiológicos; la tensión en los músculos es uno de ellos. Así, al sonreír la cara empezará a relajarse y la ira tendería a disminuir