La vida no nos prepara cuando el dolor nos toca a nuestra puerta, y es que vivimos gran parte de nuestra vida rodeamos de sonrisas y mucha felicidad, nuestros seres queridos se han encargado en hacer nuestros días un mar de emociones positivas.
Pero cuando el dolor se apodera de nuestro sentir, vivimos una montaña rusa, hoy estamos arriba y en horas estamos en el subsuelo, sin saber cómo actuar en ese momento, nos dejamos llevar por el dolor y las lágrimas que corren por nuestro rostro.
Porque nuestra familia o nuestros maestros no nos explicaron que es una perdida y cómo superarla, nos enseñan que la felicidad y los logros son parte de nuestra vida, pero jamás nos mencionan la otra cara de la moneda.
Te levantas un día y ¡boom!, de vivir con una sonrisa en el rostro, la vida te muestra el significado del dolor, ese que jamás habías experimentado y que hoy se apodera de tu alma. Que duro es aprender aceptar y vivir con esa palabra que muchos odias pronunciar el “Dolor”.
Si el dolor nos hace más fuertes y más maduros, de verdad queremos eso en nuestras vidas, de verdad queremos volvernos seres más fuertes? La vida sigue y solo nos queda rendirle homenaje a nuestros seres amados y darle gracias por todo lo bueno y lo no tan bueno que nos regaló.
