Vamos por la vida muchas veces con pisadas débiles, nos sentimos desorientadas en nuestras decisiones, y no logramos saber el porqué, deseamos ser más firme en nuestras acciones pero no sabemos cómo hacerlo. Somos mujeres fuertes pero nos derrumbamos porque no somos de hierro.
Nuestras huellas están llenas de historias, esas que formaron nuestra alma de hoy. Somos el reflejo del ayer, con un poco del ahora. Los momentos que vivimos nos han hecho la mujer que camina por las calles con la mirada firme y sin titubear.
Sentimos que si borramos algún hecho de nuestra vida, nos volvemos vulnerable en este mundo tan bipolar, donde ahorita sonreímos y luego mostramos la peor cara. Nos protegemos de todo y de todos sin excepciones.
A veces extrañamos esa mujer que vivía sin escudo, con una cara fresca y sin ningún radar de alguna persona queriendo interferir en su camino. En estos momentos la sociedad está jugando un papel de intolerable en el mundo. La rabia se ha vuelto el plato principal de cada paso que damos, nos cegamos con cosas tan estúpidas.
Que nadie nos diga que somos de hierro, cuando en el pasado nos han dejado muchas huellas llenas de lágrimas y dolor. Nos duele seguir caminando con esta mascara pero tenemos algo claro, no volver a pasar con una situación de decepción. Somos mujeres grandes y poderosas, mientras más nos hacen, más fuertes nos volvemos.
Dejemos pisadas llenas de amor propio y valor, somos únicas e irremplazables.